El bacalao del Atlántico llegó a extinguirse en los años noventa. Se perdieron 40.000 empleos. Para evitar la sobreexplotación pesquera, la Comisión Europea decide cada año las cuotas de pesca permitidas para cada especie. Y lo hace en base a los consejos de los científicos. Un equipo del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN) y del Instituto Español de Oceanografía (IEO) con el soporte del Centro de Supercomputación de Galicia (CESGA), ha implementado el modelo matemático que permite describir el estado de la anchoa en el Golfo de Cádiz y pronosticar su futuro. Este trabajo ha sido validado por el comité europeo de expertos que aporta la visión científica a los políticos para asesorar al Parlamento Europeo.
En 2006 la anchoa del Cantábrico estuvo al borde de la extinción. La flota solo había capturado 720 toneladas frente a las 4.500 de media en una campaña habitual. Un equipo de científicos del País Vasco reveló que la población había alcanzado un mínimo histórico y estaba en riesgo de colapso. Doscientos barcos que vivían en aquel momento de la pesquería dejaron de faenar. El caso del bacalao en el Atlántico, en Canadá, fue incluso más grave: desapareció del mapa marino y 40.000 personas perdieron su trabajo.
Las pesquerías se pueden agotar. Cuando la actividad pesquera no respeta la capacidad de reproducción de las especies y los efectos del medio ambiente tiene lugar la sobreexplotación. “Nuestra función es encontrar el balance entre lo económico y lo ambiental. Hay muchas familias que dependen de la pesca. No podemos saber cuántos peces hay en el mar porque es inabarcable pero sí podemos hacer aproximaciones matemáticas”, cuenta Margarita Rincón, investigadora del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC).
Los modelos matemáticos son la herramienta para calcular la cantidad de peces y dibujar un mapa del estado de cada pesquería. Es la fuente de datos imprescindible para que las instituciones políticas regulen la pesca de cada especie, garantizando que sea sostenible. Consiste en asegurarse de dejar un número de individuos que se reproduzca con éxito para la siguiente temporada, y que, al mismo tiempo, la actividad sea rentable para el sector pesquero. En definitiva, cuidar la materia prima a través de un sistema de cuotas de pesca que cada año decide la Comisión Europea.
Diseño de la solución matemática
El Grupo de Oceanografía de Ecosistemas del Departamento de Ecología y Gestión Costera del ICMAN-CSIC, formado por una docena de científicos, ha logrado diseñar el modelo matemático para la anchoa del Golfo de Cádiz elegido para formular sus valoraciones por el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM o ICES), el comité europeo de expertos que asesora científicamente al Parlamento Europeo. La cuota de esta pesquería del sur se decidirá en base a los cálculos testados por el equipo especializado en asesoría para la gestión de la pesca.
¿Cómo crearon un modelo capaz de dibujar la situación actual de la pesquería cruzando miles de datos y de realizar previsiones de futuro? A través de la supercomputación. “Sin los servicios del Centro de Supercomputación de Galicia (CESGA) sería imposible. Cada prueba del modelo necesita cuatro horas de cálculo a máxima velocidad. En un ordenador normal sería infinitamente más. Quizás una operación imposible de realizar. Cada vez que cambio un parámetro en un modelo se abren muchas posibilidades y hay que realizar un cómputo simultáneo”, expresa Rincón.
La versión elegida por el ICES es la número 59. “Para llegar al modelo final hubo 58 modelos previos, con las horas de supercómputo que conlleva. Cada uno consta de unas celdas por edades y por tallas, desde una población inicial estimada. A ello hay que ir añadiendo la tasa de crecimiento, la mortalidad natural por pesca, la tasa de reproducción… e ir completando celdas. La actualización permite ver la evolución de la pesquería y encontrar los mejores parámetros para que la cantidad de individuos estimada (de anchoa o boquerón) sea consistente con toda la información que se posee para predecir lo que ocurrirá en el futuro”, añade la científica.
A la capacidad de cálculo para sentar las bases del modelo se une la seguridad que aporta el Centro de Supercomputación de Galicia, según Rincón. “Imagínate que en medio de una operación de cálculo se va la luz y pierdo todos mis resultados, ¡sería un desastre! Con el CESGA eso no va a ocurrir y para trabajar en este tipo de proyectos es imprescindible”, expresa.
Y como los peces no se pueden contar uno a uno, ¿de dónde salen los datos sobre la pesquería para nutrir los modelos y contrastar las estimaciones? De dos fuentes: de las capturas registradas por los propios pescadores del Golfo de Cádiz y de las campañas oceanográficas que realiza el Instituto Español de Oceanografía. Los científicos, a través de una ecosonda, delimitan una zona y capturan pequeñas cantidades de anchoa (en este caso) para medir tamaño, peso, madurez y edad de los peces.
El viento, un parámetro fundamental
¿Qué ocurre si en la predicción de la pesca se incluyen datos del efecto del viento de Levante, las corrientes o la temperatura? Que se pueden evaluar diferentes escenarios, entre ellos el posible efecto del cambio climático, y el modelo mejora. A través del proyecto europeo MareFrame, en el que participa como socio el CESGA, este equipo de investigadores fue capaz de simular distintas situaciones en las que se pesca más y menos. El viento es el factor que produce una mayor variabilidad en el tamaño de la población.
“El viento arrastra a los juveniles a zonas de corrientes donde les es difícil sobrevivir. Las puestas las hacen cerca de la desembocadura del Guadalquivir, rica en nutrientes. Cuando llueve muy poco su mortalidad es mayor”, expresa Margarita. Si se reduce la pesca cuando hay vientos fuertes en verano la actividad pesquera sería más estable, añade. Además de los parámetros de la pesquería, el grupo simula situaciones en las que se pesca más, en las que el beneficio es más duradero, mide el número de trabajos en riesgo, el coste del seguro o el peligro de colapso de la pesquería.
Las autoridades europeas transmitirán ahora a través de este modelo la cuota de anchoa en el Golfo de Cádiz apropiada para la próxima campaña, una pesquería que reporta capturas anuales por encima de los 13 millones de euros. El modelo elaborado por el ICMAN-CSIC con el apoyo del CESGA sintetiza, para ello, el ciclo de vida de los peces “teniendo en cuenta la influencia del ecosistema y el efecto de la pesca”. La fórmula matemática convierte ecuaciones en beneficios para la sociedad y el cuidado del medio ambiente.